La depresión en niños y adolescentes
Prof. Psic. Fernando Bryt El estado de ánimo depresivo es una manifestación afectiva normal. Al igual que los adultos, los niños tienen días en los que se sienten irritables, de mal humor, sin motivación o tristes Este estado afectivo negativo, es causado por múltiples factores, fisiológicos y ambientales que no somos capaces de controlar. El poderlo reconocer es el primer paso para superarlo. Al reconocer que actuamos y pensamos de forma negativa porque estamos anímicos, delimitamos este mal momento, entendiendo que se trata de algo pasajero, que mañana o pasado estaremos mejor. No podemos manejar directamente nuestro sistema fisiológico, muchas veces tampoco podemos controlar los acontecimientos externos, pero sí podemos manejar mejor nuestros pensamientos y creencias, a menudo implicadas en las causas y en el mantenimiento de estos estados negativos. Algunos adultos aprenden a reconocer sus estados depresivos. Los niños en cambio aún no los pueden reconocer por sí mismos. Estos estados negativos normales duran pocos días y son leves, ya que aunque estamos mal, nos permite pensar positivamente acerca del futuro. Cuando estos estados se alargan en el tiempo o su intensidad es mayor y se piensa en forma negativa y pesimista acerca del futuro, es posible que estemos frente a un trastorno mental ; la Depresión. Si bien este es un problema común en la población general, no hay que dejarlo pasar ya que se complica sin tratamiento y genera otros trastornos relacionados, como la ansiedad. Al igual que los problemas de ansiedad, hace algunos años, la depresión en niños y adolescentes era un tema controvertido entre los profesionales de la salud mental. Hasta entonces los criterios para determinar si un niño o adolescente estaba deprimido eran extrapolados de los criterios conocidos para los adultos. Era difícil que se aceptara en el ámbito científico que un niño se pudiera deprimir, hoy en día, son muchas las investigaciones epidemiológicas que señalan a la depresión como uno de los trastornos psicológicos más frecuentes en los niños y adolescentes. ¿A que se debe la dificultad de aceptación de la depresión infantil? Se debe a su peculiar modo de manifestarse; es muy difícil encontrar a un niño que acepte el angustiante sentimiento de tristeza. No es frecuente que un niño diga “me siento triste”. El niño depresivo se manifiesta a través de su comportamiento; está irritable, nada le viene bien, se queja, es difícil de complacer, se aburre con facilidad, se muestra inquieto o agresivo, con bajo rendimiento escolar o baja motivación; o a través de su cuerpo, se queja de dolores infundados. Hoy en día no es común que profesores y pediatras detecten la depresión, incluso cuando un gran número niños llegan al médico por quejas somáticas sin causa orgánica. Las investigaciones recientes vienen a confirmar los que muchos clínicos afirmaban mediante su experiencia: Los niños y adolescentes deprimidos se manifiestan en forma diferente a los adultos. En la actualidad los estudios proveen consenso en la comunidad profesional acerca de los criterios diagnósticos de la depresión en los menores. Por su propio nivel de desarrollo emocional, si un niño está realmente triste, es difícil que pueda reconocerlo y menos aún, expresarlo en palabras. La tristeza depresiva es un sentimiento tan angustiante, tan inaceptable e inmanejable para un niño, que trata de apartarse del mismo, negándolo. El sentimiento de tristeza prolongado responde a un estado de ánimo en menos, que se manifiesta en los niños y adolescentes mediante la irritabilidad o malhumor, baja tolerancia a la frustración, aburrimiento o pérdida de placer en actividades que antes le gustaban, baja motivación, quejas, o insatisfacción. Asimismo, el niño puede poseer baja autoestima, manifestada por la creencia de no ser querido por los demás o de ser poco valorado, de ser menos que los otros o de ser tonto, feo, o que todo le sale mal. Otras veces lo que aparecen son sentimientos de culpabilidad. En casos más específicos surgen ideas pesimistas sobre el futuro o sobre la muerte, con un trasfondo de ansiedad considerable. Muchas veces estas conductas no son fáciles de detectar por padres y educadores, ya que son síntomas de manifestación interna (sentimientos y pensamientos) que los niños no suelen compartir. Incluso constituyen un desafío para el psicólogo clínico, ya que a veces, estos sentimientos son manifestados o se dejan traslucir por un aparente sentimiento contrario: Por ejemplo, un niño que se muestra con una autoestima sobrevalorada (inflada, que lo puede todo) puede ser un niño que precisa inventarse esa fantasía para esconderse a sí mismo cuan poco se quiere, cuan poco se valora. A su vez, un niño deprimido puede manifestarse como demasiado alegre, con conductas tontas y payasadas. Estas conductas pueden coexistir con momentos en los que el niño esté alegre y juega normalmente, pero las conductas inadecuadas tienden a ir en aumento. Algunos niños manifiestan conductas agresivas, rabietas, lloran por todo o tienen un llanto difícil de calmar. Se puede distinguir dos tipos de manifestación y todos sus matices intermedios. Los niños deprimidos que bajan su nivel de actividad, con gran carga de sentimientos y pensamientos depresivos, que no manifiestan. Y los niños deprimidos que se manifiestan con problemas de conducta, rabietas. Estos últimos son conocidos como “niños explosivos”, por su gran nivel de irritabilidad, y pobre control emocional. En momentos críticos, ambos bajan su rendimiento escolar, siendo este hecho el que muchas veces desencadena las llamadas de atención del maestro y la consulta de los padres al psicólogo. Pero si su manifestación enmascarada y sus criterios diagnósticos comprobados muy recientemente dificultan la detección precoz por parte de padres, maestros y pediatras, hay un elemento central que obstaculiza en gran medida su reconocimiento: A los adultos nos angustia en demasía aceptar que los niños puedan estar sufriendo sentimientos depresivos.
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Septiembre 2024
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Mi vocación es la psicología clínica, tanto en diagnóstico como en tratamiento. Por ello fui en busca de formación en centros de referencia de distintas culturas y sigo mi camino de crecimiento, siendo mis pacientes mi fuente más preciada de aprendizaje. Categorías
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