La depresión en niños y adolescentes
Prof. Psic. Fernando Bryt El estado de ánimo depresivo es una manifestación afectiva normal. Al igual que los adultos, los niños tienen días en los que se sienten irritables, de mal humor, sin motivación o tristes Este estado afectivo negativo, es causado por múltiples factores, fisiológicos y ambientales que no somos capaces de controlar. El poderlo reconocer es el primer paso para superarlo. Al reconocer que actuamos y pensamos de forma negativa porque estamos anímicos, delimitamos este mal momento, entendiendo que se trata de algo pasajero, que mañana o pasado estaremos mejor. No podemos manejar directamente nuestro sistema fisiológico, muchas veces tampoco podemos controlar los acontecimientos externos, pero sí podemos manejar mejor nuestros pensamientos y creencias, a menudo implicadas en las causas y en el mantenimiento de estos estados negativos. Algunos adultos aprenden a reconocer sus estados depresivos. Los niños en cambio aún no los pueden reconocer por sí mismos. Estos estados negativos normales duran pocos días y son leves, ya que aunque estamos mal, nos permite pensar positivamente acerca del futuro. Cuando estos estados se alargan en el tiempo o su intensidad es mayor y se piensa en forma negativa y pesimista acerca del futuro, es posible que estemos frente a un trastorno mental ; la Depresión. Si bien este es un problema común en la población general, no hay que dejarlo pasar ya que se complica sin tratamiento y genera otros trastornos relacionados, como la ansiedad. Al igual que los problemas de ansiedad, hace algunos años, la depresión en niños y adolescentes era un tema controvertido entre los profesionales de la salud mental. Hasta entonces los criterios para determinar si un niño o adolescente estaba deprimido eran extrapolados de los criterios conocidos para los adultos. Era difícil que se aceptara en el ámbito científico que un niño se pudiera deprimir, hoy en día, son muchas las investigaciones epidemiológicas que señalan a la depresión como uno de los trastornos psicológicos más frecuentes en los niños y adolescentes. ¿A que se debe la dificultad de aceptación de la depresión infantil? Se debe a su peculiar modo de manifestarse; es muy difícil encontrar a un niño que acepte el angustiante sentimiento de tristeza. No es frecuente que un niño diga “me siento triste”. El niño depresivo se manifiesta a través de su comportamiento; está irritable, nada le viene bien, se queja, es difícil de complacer, se aburre con facilidad, se muestra inquieto o agresivo, con bajo rendimiento escolar o baja motivación; o a través de su cuerpo, se queja de dolores infundados. Hoy en día no es común que profesores y pediatras detecten la depresión, incluso cuando un gran número niños llegan al médico por quejas somáticas sin causa orgánica. Las investigaciones recientes vienen a confirmar los que muchos clínicos afirmaban mediante su experiencia: Los niños y adolescentes deprimidos se manifiestan en forma diferente a los adultos. En la actualidad los estudios proveen consenso en la comunidad profesional acerca de los criterios diagnósticos de la depresión en los menores. Por su propio nivel de desarrollo emocional, si un niño está realmente triste, es difícil que pueda reconocerlo y menos aún, expresarlo en palabras. La tristeza depresiva es un sentimiento tan angustiante, tan inaceptable e inmanejable para un niño, que trata de apartarse del mismo, negándolo. El sentimiento de tristeza prolongado responde a un estado de ánimo en menos, que se manifiesta en los niños y adolescentes mediante la irritabilidad o malhumor, baja tolerancia a la frustración, aburrimiento o pérdida de placer en actividades que antes le gustaban, baja motivación, quejas, o insatisfacción. Asimismo, el niño puede poseer baja autoestima, manifestada por la creencia de no ser querido por los demás o de ser poco valorado, de ser menos que los otros o de ser tonto, feo, o que todo le sale mal. Otras veces lo que aparecen son sentimientos de culpabilidad. En casos más específicos surgen ideas pesimistas sobre el futuro o sobre la muerte, con un trasfondo de ansiedad considerable. Muchas veces estas conductas no son fáciles de detectar por padres y educadores, ya que son síntomas de manifestación interna (sentimientos y pensamientos) que los niños no suelen compartir. Incluso constituyen un desafío para el psicólogo clínico, ya que a veces, estos sentimientos son manifestados o se dejan traslucir por un aparente sentimiento contrario: Por ejemplo, un niño que se muestra con una autoestima sobrevalorada (inflada, que lo puede todo) puede ser un niño que precisa inventarse esa fantasía para esconderse a sí mismo cuan poco se quiere, cuan poco se valora. A su vez, un niño deprimido puede manifestarse como demasiado alegre, con conductas tontas y payasadas. Estas conductas pueden coexistir con momentos en los que el niño esté alegre y juega normalmente, pero las conductas inadecuadas tienden a ir en aumento. Algunos niños manifiestan conductas agresivas, rabietas, lloran por todo o tienen un llanto difícil de calmar. Se puede distinguir dos tipos de manifestación y todos sus matices intermedios. Los niños deprimidos que bajan su nivel de actividad, con gran carga de sentimientos y pensamientos depresivos, que no manifiestan. Y los niños deprimidos que se manifiestan con problemas de conducta, rabietas. Estos últimos son conocidos como “niños explosivos”, por su gran nivel de irritabilidad, y pobre control emocional. En momentos críticos, ambos bajan su rendimiento escolar, siendo este hecho el que muchas veces desencadena las llamadas de atención del maestro y la consulta de los padres al psicólogo. Pero si su manifestación enmascarada y sus criterios diagnósticos comprobados muy recientemente dificultan la detección precoz por parte de padres, maestros y pediatras, hay un elemento central que obstaculiza en gran medida su reconocimiento: A los adultos nos angustia en demasía aceptar que los niños puedan estar sufriendo sentimientos depresivos.
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Permití a tu hijo equivocarse, caerse, aprender de los errores, crecer. El niño al que no se le permite subir a los arboles, será el primero en caerse de uno, cuando a los 12 años juegue a trepar con sus compañeros más seguros. Sus pensamientos le harán temblar las piernas, apoyará mal el pié y caerá. Aquella madre sobre-protectora que no le permitió explorar el espacio en los ejercicios de subir, trepar, descubrir, cuando era más chico, habrá provocado su caída. Proteger a tu hijo es necesario en la medida de sus necesidades. Todo mamífero nace indefenso y necesita un periodo de protección, siendo en el bebe humano el más prolongado. Para ello contamos con ciertos instintos de protección, más acuciados en las madres, pero también presentes en los padres. Por ejemplo, el sentimiento de ternura que tenemos ante los bebes y que se manifiesta también ante otros cachorros mamíferos viene determinado en los genes a modo de instinto. En todos los mamíferos esta protección primaria genera vínculos afectivos. Pero en el ser humano ese vínculo afectivo está cargado también de significados y es constructor de nuestra mente. En todo caso la protección debe de ser funcional y debe de ir dirigida al desarrollo de la autonomía y de la potencialidad del niño. Es tan prejudicial y grave para el desarrollo psicosocial del niño, la negligencia en la protección, cuidado y amor, como la sobre-protección, que anula la posibilidad de desarrollo de un ser independiente y seguro de su potencial. Por Psic. Fernando Bryt RESILIENCIA.
Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso. El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte, rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi. El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza. Kintsugi es el término japonés que designa al arte de reparar con laca de oro o plata, entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto. Llevemos esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres que amamos y que, a veces, lastimamos o nos lastiman. ¡Cuán importante resulta el enmendar! Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados y nuestro corazón maltrecho, pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes. La idea es que cuando algo valioso se quiebra, una gran estrategia a seguir es no ocultar su fragilidad ni su imperfección, y repararlo con algo que haga las veces de oro: fortaleza, servicio, virtud... La prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también de la resiliencia —la capacidad de recuperarse— son dignas de llevarse en alto. El TDAH es el trastorno mental no diagnosticado, más común en adultos. Muchas personas han crecido con la sensación de que algo no funcionaba bien dentro de ellas. Que ya desde su etapa infantil tenían dificultades para mantenerse atentos en clase, para estarse quietos en situaciones sociales en las que eso era lo adecuado; que se frustraban, que eran más impacientes que la mayoría o excesivamente lentos o torpes o que no comprendían por qué algunas de las cosas que hacían provocaban reacciones tan exageradas en los demás. Algunos incluso recordarán que sus amigos se reían de ellos por estas cosas y que eso les llevaba a meterse continuamente en conflictos. Esto puede haber persistido durante la adolescencia e incluso hasta la edad adulta, y en esta etapa, es posible que continúen sufriendo estos síntomas.
Muchas veces incluso pueden haber tenido problemas por no haber recordado algo que era importante para otros, o por haber reaccionado de forma desmedida ante una situación concreta. O se han visto envueltos en peleas o discusiones con compañeros de trabajo o amigos, sin saber muy bien de dónde venía esa fuerza que les llevaba a obrar de una forma que no les gustaba…pero tampoco sabían cómo parar y seguían comportándose inadecuadamente sin querer, simplemente porque les costaba ser dueños de sus actos…y esto les ha llevado a sentirse culpables. Puede que perciban que no pueden llegar a los detalles sutiles de las cosas y que, por ello, por esos pequeños detalles, sus trabajos disminuyen en calidad o que lo que ellos hacen tiene menos valor que lo de los demás. Todas estas circunstancias dificultan su desarrollo personal, familiar y profesional y, en algunos casos, se cobran un precio muy alto en forma de problemas con la justicia, uso o abuso de drogas, accidentes de tráfico frecuentes, despidos repetidos de distintos trabajos o síntomas francos de ansiedad o depresión. A veces los problemas no son tan graves pero producen mucho malestar en forma de sensaciones de inadecuación, de escasa eficiencia o de inseguridad en sus propias capacidades. En casa puede ser difícil comprenderlos porque presentan un comportamiento raro a ojos de los demás, porque no recuerdan un recado que alguien les dio, olvidando lo importante que era para la otra persona; porque reaccionan de una forma exagerada ante la mínima contrariedad o porque llevan a cabo las labores domésticas sin el cuidado requerido. En el trabajo, los compañeros pueden pensar que son distraídos, que no escuchan, que no siguen las instrucciones, “que pasan de todo”, que son descuidados. Entre sus amigos pueden ser “los despistaos” o los imprevisibles, “a los que se les va la olla”; y lo mismo entre los vecinos o conocidos. Y esto que les hace sufrir…que les hace la vida más difícil… puede ser debido a un trastorno no diagnosticado. Porque cuando los adultos actuales eran más jóvenes había muy pocos especialistas que prestaran atención a estos síntomas y se tendía a etiquetarlos como niños problemáticos, malcriados o vagos. A estos niños se les dedicó poca o ninguna atención e incluso se les apartó de los que seguían una senda “normal” de desarrollo, de los buenos. Muchas de estas personas son cariñosas, inteligentes, creativas y consiguen llegar a metas muy altas, pero sienten que el esfuerzo requerido es mucho mayor para ellos que para otros. Además, hace años los niños no estaban expuestos a la inmensidad de estímulos que ahora nos rodean (teléfonos móviles, alarmas, posibilidades de actividades extraescolares, tráfico, luces, etc.). En muchos casos, estos adultos padecieron y siguen padeciendo un TDAH, y nadie es culpable de sufrir un trastorno. Diagnóstico Actualmente el TDAH se considera el trastorno mental no diagnosticado más común en los adultos. Con frecuencia, los adultos con TDAH son diagnosticados cuando se lo diagnostican a sus hijos y les preguntan si ha habido algún caso en la familia. Entonces el padre o madre del chico/a en cuestión hace un repaso a su historia personal y se siente identificado con lo que ahora le está ocurriendo a su hijo. Incluso comienza a darse cuenta de que se ha acostumbrado a vivir con unos síntomas que le dificultan mucho el día a día. Hasta hace relativamente poco, se pensaba que los niños y adolescentes que padecían un TDAH iban mejorando con la edad y que al llegar a la etapa adulta, los síntomas disminuirían en intensidad hasta desaparecer. Sin embargo, en los últimos años, se ha terminado por aceptar que muchos adultos continúan presentando síntomas de TDAH, y por lo tanto, son susceptibles de intervenciones que les permitan vivir mejor y reducir esos síntomas tan molestos. Las investigaciones actuales estiman que en torno a un 65% de los niños diagnosticados con TDAH pueden continuar presentando en la edad adulta síntomas como inatención, impulsividad e hiperactividad, que son los característicos del trastorno y que están presentes desde antes de los 6 años de edad en aproximadamente un 2-4% de los adultos. Mientras en la infancia, se presenta en una relación de 3 niños por cada niña, en los adultos, la relación es de 2 hombres con TDAH por cada mujer, o incluso menor. Hoy sabemos que el TDAH tiene un componente hereditario, que hace que sea más frecuente entre hijos de padres que lo padecieron, por eso es más fácil que en adultos esté presente entre los padres de niños diagnosticados. Si uno sospecha que padece o puede haber padecido un TDAH, antes de acudir a un especialista debe formularse preguntas del tipo de:
Los actuales criterios diagnósticos para el TDAH en adultos son muy similares a los de los niños según el Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM-IV) y pueden definirse como:
No todas las personas con TDAH presentan todos los síntomas ni con el mismo nivel de gravedad. Cada persona tendrá su propio perfil sintomático que tendrá como resultado una mayor o menor merma de su calidad de vida, y estos factores deben considerarse a la hora de decidir el mejor tratamiento para cada uno. Muchos lograrán llevar una vida feliz y productiva. Un profesional de la salud mental, psicólogo con especialidad clínica en TDAH o un psiquiatra el profesional ideal para llevar a cabo una exhaustiva evaluación clínica, que es el método definitivo de diagnóstico. Pueden diagnosticar también psiquiatras especialistas en TDAH. No hay exploraciones complementarias definitivas (ni resonancias ni electroencefalogramas ni análisis de sangre…), que garanticen el diagnóstico, ya que los criterios de evaluación son puramente clínicos, como acabamos de ver. La evaluación clínica incluye una recogida exhaustiva de datos de la historia clínica, con especial hincapié en la historia del desarrollo temprano, de su curriculum escolar, de su trayectoria profesional y de sus experiencias en las relaciones sociales, y esto suele precisar de entrevistas de no menos de dos horas, en una única sesión o dividida en dos o tres sesiones. Lo ideal es que además acuda a la consulta con el interesado algún familiar que pueda aportar información adicional (alguno de los padres o algún hermano que pueda complementar la historia del desarrollo temprano y corroborar las percepciones actuales del evaluado). Es importante tomar información acerca de cómo se desenvuelve en los distintos ambientes. Como ya hemos mencionado en otros apartados, tanto el diagnóstico como el plan de tratamiento deberían hacerse de forma individualizada, teniendo en cuenta las particulares características de cada persona, la composición de su familia, el tipo de trabajo que realiza y los medios de los que dispone. Tratamiento Teniendo en cuenta las dificultades que estos adultos encuentran en el desarrollo de sus actividades diarias, para muchos de ellos, el simple hecho de tener un diagnóstico claro y una orientación terapéutica posterior a la evaluación clínica, ya les proporciona una importante sensación de alivio. Este alivio procede fundamentalmente de la liberación de culpabilidad que genera una explicación coherente a eso que notaban dentro y a lo que no sabían cómo enfrentarse. Liberarse de culpa permite mejorar la percepción que tienen de sí mismos y comenzar a elevar su autoestima, que es uno de los puntos cardinales del tratamiento. Existen diversos abordajes terapéuticos que pueden ayudar a estas personas a manejar los síntomas que hemos descrito antes. Lo primero que suele hacerse es psicoeducación, es decir, un afrontamiento del trastorno consistente en la transmisión de información por parte del especialista tanto a los adultos diagnosticados como a los miembros de su familia, acerca de la naturaleza del trastorno y su tratamiento, que se acompaña del ofrecimiento de un marco en el que poder mejorar la transmisión de las emociones que acompañan al padecimiento de los síntomas y una mejoría de la comunicación global con los demás. Vendría a ser la creación de un entorno más favorable, primero en el ambiente familiar. Este primer paso, crea una base de confianza sobre la que poder construir el proceso de recuperación, los cimientos de un nuevo planteamiento de vida, que precisará de algún tiempo hasta adaptarse a las necesidades de cada persona. Posteriormente, habrá que realizar ajustes en los ambientes en los que más evidentes sean los síntomas. Muchas de estas personas presentan problemas en el trabajo. En estos casos, una intervención psicoterapéutica que permita un acompañamiento del paciente de tipo “coaching”, en el que conseguir ajustar las condiciones laborales a sus necesidades, suele ser de gran eficacia. Concienciar a las personas más cercanas al paciente, de forma parecida a como se realiza con la familia, puede ayudar en algunos ambientes. Si sus compañeros y/o jefes conocen que usted es más “lento” o “disperso” o “rápido pero atolondrado” que la mayoría y a la vez confían en que ese tiempo extra les permitirá hacer bien su trabajo, la relación laboral generalmente mejorará. Adoptar estrategias prácticas que permitan priorizar lo importante (confección de listas, recordatorios en diversos lugares, alarmas en determinados momentos, concreción de un plan con tiempos definidos para las distintas secuencias, etc.) puede ser muy útil para no sentirse perdido en ese proceso. Otro tipo de intervenciones posibles son una psicoterapia de tipo introspectivo que permita afrontar las dificultades del día a día, tratando de reconocer patrones que se han repetido de forma desadaptativa a lo largo de la vida, para tratar de encontrarles una explicación que nos permita sustituirlos por patrones más adaptativos, a través de técnicas de escucha activa, clarificación, confrontación, interpretación, etc. Otras intervenciones pueden ir enfocadas al momento, al aquí y ahora, para tratar de superar las dificultades concretas que están encontrando, como ocurre con las psicoterapias de orientación cognitivo conductual. O dirigiéndose a un ámbito concreto de la vida de la persona, como pueden ser las relaciones interpersonales, en la psicoterapia interpersonal, que puede ayudar a manejar mejor la interacción con otros. También una perspectiva más cognitiva que busque modificar ideas que han pervivido durante años en la cabeza de la persona de forma rígida, a las que se les ha dado entidad de verdad y que muchas veces proceden de aprendizajes distorsionados o experiencias traumáticas, puede ayudar a generar nuevos planteamientos de vida que ayuden a minimizar el sufrimiento. Hay diversos abordajes psicoterapéuticos que pueden ayudar a estas personas y en cada caso habrá un tratamiento que irá mejor. Hemos mencionado sólo algunas de las opciones más utilizadas habitualmente, pero eso no quiere decir que no haya otras también interesantes y es el especialista quien mejor puede determinar el que mejor se adapta a cada persona. Por supuesto, al igual que en niños y adolescentes, los adultos pueden beneficiarse de los tratamientos farmacológicos que se utilizan en los más jóvenes, como el metilfenidato en sus distintas formas de liberación, las sales anfetamínicas y la atomoxetina, ajustando las dosis al peso y las características de cada persona. Para los casos más graves, las investigaciones comparativas de diferentes tipos de tratamiento coinciden en que lo mejor para mejorar los síntomas del TDAH es la combinación de medicación y psicoterapia. En los casos más leves podrían bastar algunas de las medidas mencionadas anteriormente. En muchos casos, va a ser necesario tratar alguna de las complicaciones a las que puede llegarse mientras se padece el TDAH, y en ese caso es posible que haya que lidiar con una afectación del estado de ánimo, ansiedad, insomnio, abuso de sustancias, abstinencia a sustancias, etc. En ese caso los tratamientos deben ser orientados por el especialista de forma personalizada e incluso puede ser necesario el uso de medicación ansiolítica, antidepresiva, etc. Como ya hemos mencionado, hay una variedad de aspectos de comportamiento social, académico, vocacional o de relaciones interpersonales que pueden ser atendidas por el especialista, para tratar de conseguir ajustes que minimicen los defectos de cada persona y promocionen sus virtudes. Muchos adultos con TDAH pueden tener una vida feliz y productiva en muchos ámbitos. By E. d'Ornano, adaptado por Fernando Bryt Compartimos con ustedes una historia que utilizamos en nuestros talleres de educación emocional.
Su nombre es Silvia, maestra de 5º grado, el primer día de clase lo inició diciendo a los niños una mentira. Ella miró a sus alumnos y les dijo: Los quiero a todos por igual. Pero ahí en la primera fila, desparramado sobre su asiento, estaba Carlitos. Silvia había observado a Carlitos desde el año anterior, había notado que era diferente a los demás niños, no jugaba, su ropa estaba siempre descuidada y por su aspecto necesitaba darse un buen baño. Carlitos comenzó a ser desagradable, la maestra comenzó a marginarlo y al más pequeño error en sus tareas, sin contemplación lo corregía. En la escuela había una norma. Los maestros debían revisar el historial de cada uno de sus alumnos, pero Silvia dejó el expediente de Carlitos para el final. Cuando lo revisó, se llevó una gran sorpresa. La maestra de primer grado había escrito: Carlitos, es un niño muy brillante con una sonrisa sin igual. Hace su trabajo de manera eficiente y tiene muy buenos modales, es un placer tenerlo en clase. Su maestra de segundo grado escribió: Carlitos, es un excelente estudiante, se lleva muy bien con sus compañeros, pero se le nota preocupado y triste por la grave enfermedad que está sufriendo su madre. Creo que debe ser muy difícil, para un niño de su edad. La maestra de tercer grado escribió: Su madre ha muerto, ha sido muy duro para él, se esfuerza en hacer lo mejor, pero su padre no muestra mucho interés, considero que se deberían tomar ciertas medidas para que no afecte al desarrollo del niño y a su carácter. Su profesora de cuarto grado escribió: Carlitos se encuentra atrasado con respecto a sus compañeros y no muestra mucho interés en la escuela. No tiene muchos amigos y en ocasiones se duerme en clase. Al leer el expediente de Carlitos, Silvia se dio cuenta del mal que estaba haciendo al marginar y no tratar con amor a un niño con un problema tan grave y se sentía apenada y arrepentida por su actitud. Pasó poco tiempo y muy pronto llegaría la Navidad. Los alumnos, como de costumbre, le trajeron sus regalos, envueltos en fino papel y grandes lazos, excepto el de Carlitos. Su regalo estaba dentro de una bolsa de papel. A Silvia le dio pánico abrir ese regalo en medio de los otros niños, algunos se podían reír y otros se burlarían. Pero no tuvo más remedio que hacerlo. Dentro de la bolsa había un viejo brazalete y un frasco de perfume usado. Los niños empezaron a burlarse, pero ella detuvo las burlas de los niños al exclamar lo precioso que era aquel brazalete mientras se lo probaba y lo mucho que le gustaba el perfume, mientras se ponía un poco de perfume en la mejilla. Carlitos se sorprendió de la actitud de la maestra y se quedó hasta que todos se hubieran ido para decirle: Silvia, en el día de hoy usted es como mi mamá. Desde ese día, ella dedicó tiempo y amor a ese niño, que un tiempo atrás había dejado de lado. Cuando llegó el final del curso escolar, Carlitos se había convertido en uno de los niños más aplicados de la clase. Por eso Silvia estaba emocionada y muy contenta…porque Carlitos se había convertido en su alumno más querido y preferido. Un año después, ella recibió una carta de Carlitos, diciéndole que había sido la mejor maestra que había tenido en toda su vida. Seis años después recibió otra carta, diciéndole que había terminado sus estudios secundarios y que ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida. Cuatro años después, recibió otra carta que decía que a pesar de que en ocasiones las cosas fueron muy duras, se mantuvo en la escuela y pronto se graduaría con los más altos honores. Volvió a repetirle a Silvia que seguía siendo la mejor maestra que había tenido y que la admiraba. Cuatro años después recibió otra carta, en esta ocasión le contaba que había terminado sus estudios en la Facultad de Derecho y continuaba la carta diciendo las mismas palabras que las anteriores, que ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido y su favorita. Pero más adelante en la carta le contaba que su padre había fallecido y también que iba a casarse. Le preguntó si le gustaría ocupar en su boda el lugar que normalmente es reservado para la madre del novio y Silvia aceptó. El día de la boda, se presentó vestida como una reina, con el viejo brazalete en su muñeca y perfumada con el recuerdo que conservaba, desde aquella Navidad. Carlitos emocionado la abrazó, le dio un beso y le susurró al oído: Gracias Silvia por creer en mí, gracias por haberme hecho sentir la diferencia y por ayudarme en el momento más difícil de mi vida. Silvia con lágrimas en los ojos, le dijo: Te equivocas, tú fuiste el que me enseñó a mí, que yo puedo hacer la diferencia. Aprendí a ser verdaderamente una maestra, cuando te conocí. Enseña a sentir la diferencia, muestra tu amor a alguien que tenga necesidades. Seguro que ahora mismo, a tu lado hay alguien que está sufriendo. ¿Es normal sentir ansiedad?
Llamamos ansiedad normal a un conjunto de emociones y manifestaciones físicas que se presentan cuando nos enfrentamos (o nos estamos por enfrentar) a situaciones nuevas, o de exigencia. La "ansiedad normal" nos ayuda a adaptarnos a estas situaciones de manera tal que podamos obtener la respuesta más adecuada para las mismas. En este sentido, es beneficiosa, ya que nos permite alcanzar mejor los objetivos que nos planteamos en la vida. Sin embargo, cuando los síntomas ansiosos se vuelven excesivos y difíciles de controlar, pueden llegar al punto de interferir seriamente en nuestras actividades diarias (trabajo, vida social, de pareja, etc.). En este caso estamos en presencia de un cuadro de "ansiedad patológica", que suele necesitar tratamiento psicológico para su resolución. Se clasifican en: Trastorno de Pánico Es un trastorno en el cual la persona ha sufrido uno o más ataques de pánico, seguido de la preocupación por sufrir un nuevo ataque, y las consecuencias que el mismo podría depararle. La crisis o ataque de pánico se caracteriza por su comienzo brusco y una duración de sólo algunos minutos. De modo súbito surge un temor intenso, que se acompaña de algunos de los siguientes síntomas: temblor, taquicardia, mareos, sensación de desmayo, sensación de muerte, despersonalización, sensación de falta de aire, de dificultad para tragar, trastornos gastrointestinales y cosquilleos o parestesias. Por lo general, el Trastorno de Pánico se acompaña de Agorafobia, que es el temor a descomponerse en un lugar donde resulte difícil escapar u obtener ayuda, en el hipotético caso de sufrir una crisis de pánico. Saber más.. Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) El TAG se caracteriza por presentar como síntoma principal un estado de preocupación permanente, invasiva y difícil de controlar, con una duración de al menos seis meses. Los focos de preocupación son los habituales en la población (salud, economía, seguridad, desempeño laboral, problemas hogareños, etc.), pero su intensidad es desproporcionada. Se acompaña de sueño no reparador, concentración dificultosa, irritabilidad, impaciencia y contracturas musculares. Saber más.. Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) En el TOC, los individuos sufren de frecuentes obsesiones. Es decir, pensamientos recurrentes, que se presentan en contra de la voluntad del sujeto, pero que este no logra apartar con facilidad de su mente, a pesar de enormes esfuerzos, y de reconocer muchas veces lo absurdo de los contenidos de dichas obsesiones. Los temas más frecuentes : temor a la contaminación o al contagio, necesidad de determinado orden y pulcritud, temor de lastimar a alguien de modo impulsivo o inadvertido, etc. Las compulsiones (lavarse las manos repetidamente, tocar o alinear algunos objetos en especial, pensar o repetir determinadas frases o palabras, etc.) se presentan como un intento de aliviar la ansiedad despertada por las obsesiones. Saber más.. Trastorno de Ansiedad Social Su principal característica es el miedo intenso y persistente a situaciones sociales o actuaciones en público por temor a que resulten embarazosas. La exposición a tales situaciones produce casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de pánico, o síntomas característicos tales como rubor, transpiración profusa de manos, temblor, palpitaciones, etc. Este temor excesivo y desproporcionado conduce a estas personas a la evitación de buena parte de su interacción social, lo cual les ocasiona un serio deterioro en la calidad de vida. Trastorno por estrés postraumático Suele ocurrir luego de la exposición a un trauma intenso, tal como presenciar una muerte, sufrir la muerte violenta de un ser querido, ser víctima de un ataque con peligro para la propia vida, o verse en medio de un desastre natural (terremoto, etc.) Sus principales síntomas son tres: revivir el evento traumático, a través de pesadillas o flashbacks; conductas evitativas, tales como evitación de situaciones o lugares relacionadas con el evento traumático; y embotamiento emocional. Se acompaña también de síntomas que reflejan una elevada ansiedad, como irritabilidad, impaciencia e inquietud. Fobias Específicas Las personas que sufren este desorden presentan un temor intenso, desproporcionado e irracional a determinados objetos o situaciones claramente discernibles y circunscriptas, tales como animales (arañas, ratas, aves, o animales domésticos) lugares cerrados o elevados, etc. Quienes lo padecen reconocen lo inadecuado de sus temores, que por otra parte, los lleva a instrumentar conductas evitativas tendientes a sortear un posible encuentro con el estímulo desencadenante de su temor. Aerofobia (miedo a volar) El temor de emprender un viaje en avión es muy común. Muchas personas refieren inquietud con relación a volar. Encontramos aquellos a los que dicha perspectiva les produce una ligera inquietud, que normalmente se disipa luego del despegue (diversas encuestas encontraron que sólo un 5% de quienes vuelan lo hacen sin ningún tipo de temor o inquietud). Estrés de la Vida Cotidiana Permanentemente, en nuestra vida cotidiana, nos encontramos sobrecargados de exigencias derivadas de diferentes situaciones estresantes: problemas laborales y económicos, exámenes, discusiones con nuestra pareja o familia, aumento de precios, disminución de sueldos, falta de trabajo, etcétera, lo que nos demanda un gran esfuerzo de adaptación, generando además conflictos con nuestros allegados y con nosotros mismos, incluyendo un gran desgaste de nuestro organismo. Fuente: Adaptado del Centro IMA Queridos seguidores, para seguir nuestras publicaciones marquen en RECIBIR NOTIFICACIONES Y VER PRIMERO, de acuerdo como indicamos en la imagen.
Gracias! https://www.facebook.com/PsicologosenMontevideo El fenómeno de identidad de género cruzada surge en la infancia y es el malestar intenso con el sexo anatómico e identificación con el sexo opuesto. Los invitamos a disfrutar de esta hermosa película y luego hacer sus comentarios, sobre esta niña de 11 años que se siente niño, su gran sufrimiento al llevar desde tan pequeña una doble vida, el dolor de la mentira, la reacción social y el conflicto familiar.
Prof. Psic. Fernando Bryt
Cuando no hemos padecido nunca trastornos mentales como la ansiedad o la depresión, no podemos llegar a imaginar por lo que pasan las personas que las padecen.
En su peor momento, la depresión puede ser una condición debilitante y terrorífica. Millones de personas en todo el mundo viven con depresión. Muchas de estas personas y sus familias tienen miedo de hablar de sus luchas, y no saben dónde acudir en busca de ayuda. Sin embargo, la depresión es en gran parte prevenible y tratable. Identificar la depresión y buscar ayuda es el primer y más importante paso hacia la recuperación. En colaboración con la OMS para conmemorar el Día Mundial de la Salud Mental, el escritor e ilustrador Mateo Johnstone cuenta la historia de superación del “perro negro de la depresión”, figura metafórica que utiliza para describir qué es y como se siente una persona con esta patología. Si conoces a alguien que esté en esta situación y todavía no haya recurrido a la búsqueda de ayuda hazle llegar este video. También si al verlo tú mismo identificas que estás pasando por la compañía de este gran perro negro, ponte lo antes posible en manos de un profesional y empieza a vivir de nuevo.
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Septiembre 2024
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Mi vocación es la psicología clínica, tanto en diagnóstico como en tratamiento. Por ello fui en busca de formación en centros de referencia de distintas culturas y sigo mi camino de crecimiento, siendo mis pacientes mi fuente más preciada de aprendizaje. Categorías
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