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¿POR QUÉ LAS PERSONAS AFECTADAS POR TDAH TIENE DIFICULTADES PARA MANEJAR SUS EMOCIONES? Para entender un poco más por qué las personas que sufren TDAH presentan dificultades en el ámbito emocional debemos entender las bases neurológicas que intervienen en el procesamiento, valoración y control de las emociones y cómo estas se relacionan con las alteraciones neurobiológicas características en el trastorno. Aunque no se ha terminado de identificar claramente el origen del TDAH, los estudios científicos (mediante técnicas de imagen cerebral) señalan que las regiones implicadas se sitúan en la corteza prefrontal (entre ellas la corteza cingulada) y los ganglios basales, áreas involucradas en las funciones ejecutivas o en el control de las respuestas y el movimiento. La red neuronal involucrada en el procesamiento emocional incluye estructuras como el tronco cerebral, el hipotálamo, la amígdala, la corteza prefrontal y la corteza cíngulada. Esto quiere decir que algunas de las regiones cerebrales que parecen alterarse en el TDAH afectan también al procesamiento, control y expresión emocional. Para el caso de la regulación emocional circuito que principalmente se ve afectado es el Circuito Cortex Prefrontal Orbital-estriado-talámico. A su vez, es reconocido por todos, que existe una alteración neuroquímica en el sistema dopaminérgico que afecta al TDAH. Esta alteración se refiere a que fuera de la neurona, en el espacio destinado a la transmisión del impulso nervioso (espacio sináptico) hacia otra neurona, no hay una suficiente concentración de dopamina, por lo que el impulso nervioso (y por lo tanto la información que traslada sea del tipo que sea) no se transmite de forma totalmente óptima. Esto quiere decir, que a medida que se difunde el mensaje se va perdiendo información por el camino, lo que provoca que el procesamiento de la información sea superficial y de esa sensación de que “no se ha enterado de nada”. Esto afecta a todo procesamiento de la información que provenga del entorno, sea de la índole que sea (emociones, el texto que se tiene que aprender, las instrucciones que se le están dando, etc.). La dopamina es un neurotransmisor que se relaciona estrechamente no sólo con alteraciones motoras y cognitivas, sino también con dificultades en distintos procesos emocionales y motivacionales. El TDAH implica un desarrollo y maduración más lento de determinadas partes del cerebro, las cuales están involucradas tanto en el control e inhibición de las conductas como en la regulación y control emocional. Dichas dificultades son más perceptibles cuanto más inmaduro sea el cerebro del individuo, por lo que es en las edades más tempranas donde se observan más diferencias con el resto de los niños de igual edad biológica. De la misma manera es en la adolescencia donde, si juntamos los cambios hormonales típicos que conllevan cambios en el estado de ánimo con las dificultades emocionales que presentan estos chicos, donde se exhacerban de nuevo estas diferencias y pueden ocasionar problemáticas de diversa naturaleza (en la autoestima, motivación, sociales, del estado de ánimo, de conductas, de abuso de sustancias, etc.) TDAH y alteraciones emocionales Podemos definir la Inteligencia Emocional IE como la “habilidad para manejar los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizarlos para dirigir los propios pensamientos y acciones”. La IE está compuesta de 4 habilidades:
A diferencia de los niños y adolescentes con TEA -Trastorno del espectro autista- donde la dificultad está en percibir y comprender emociones (sobre todo en el contexto comunicacional, en el reconocimiento facial y en la entonación vocal asociada a las mismas), en el TDAH donde más se observan problemas es en la regulación emocional. Esto tiene una explicación “sencilla” y es que para que se lleve a cabo una correcta regulación emocional entran en juego componentes del control inhibitorio de la respuesta, los cuales se encuentran afectados por el trastorno. Además de estos fallos en la regulación emocional, otras dificultades en este campo que suelen presentar los niños, adolescentes y adultos con TDAH es que son muy extremistas, muy pasionales. Viven las emociones de manera muy intensa, tanto las positivas como las negativas. Tienden a mostrarse muy insistentes cuando desean algo, o excesivamente contentos cuando están alegres, o muy apenados cuando les ha ocurrido algo triste, o reaccionan de manera desproporcionadas con ira ante situaciones que perciben injustas (a pesar de que no sean ellos los principales afectados). En algunos casos, los podremos encontrar muy apáticos. Fruto de una baja autoestima y de una escasa motivación, podemos encontrar que responden con bloqueos o con sentimientos de incapacidad ante determinadas situaciones problemáticas. Esto puede desencadenar en algún trastorno comórbido de ansiedad o en el estado de ánimo. ¿QUÉ PODEMOS HACER PARA FOMENTAR SU DESARROLLO EMOCIONAL? Antes se consideraba a las emociones como entidades que interferían en el raciocinio, es decir, privaban a las personas de la capacidad de un razonamiento lógico y coherente. Hoy en día, gracias al interés que ha suscitado en las últimas décadas el campo de las emociones sabemos que éstas son esenciales para el procesamiento de la información. Las emociones condicionan nuestra vida puesto que condicionan nuestras conductas. Entonces, es necesario aprender a regular nuestras emociones para ser capaz, posteriormente, de regular nuestro comportamiento. Pese a que, en mucha ocasiones, lo mejor es contar con la ayuda de un profesional que le ayuda a entender las emociones y cómo manejarlas, desde casa se pueden llevar a cabo una serie de acciones:
CONCLUSIONES Las personas con TDAH muestran dificultades en varios de los componentes de la Inteligencia Emocional (percepción, comprensión, expresión y regulación). Esto, junto con los déficits neurobiológicos que presentan (principalmente en las funciones ejecutivas) conlleva que padezcan algunas alteraciones a nivel emocional. Se muestran más predispuestos a reaccionar de manera desproporcionada ante las situaciones lo que les hace sentir en muchas ocasiones torbellinos emocionales. Sin embargo, tienen la facilidad de olvidar lo ocurrido al poco tiempo, cosa que no ocurre con la gente de su entorno, lo que provoca en muchas ocasiones perplejidad y malestar en los otros. Además ya sabemos que las emociones interfieren en nuestra conducta y en nuestra toma de decisiones. Por todo ello es fundamental trabajar esta área desde lo antes posible y así evitar posibles problemáticas asociadas. Una dificultad, la cual nos hace sentir una emoción negativa, no nos afecta tan profundamente cuando somos conocedores de cómo nos sentimos y porqué. Si igualmente, reconocemos tener recursos para salir adelante, el problema continuará siendo del mismo tamaño, pero ahora lo contemplaremos en su propia perspectiva y sin perder el sentido de las proporciones. Si tenemos un fracaso, pero nos vemos competentes, no nos consideraremos a nosotros mismos como unos fracasados, sino que volveremos a empezar con fuerzas renovadas hasta que convirtamos la derrota en victoria. Equipo de Educ-at Comenta y comparte en: https://www.facebook.com/PsicologosenMontevideo/posts/1586691508054700 Descarga artículo científico: ![]()
Beneficios de las artes marciales para niños TDAH
By Alba Caraballo Música, pintura, fútbol, inglés... Son algunas de las extraescolares por las que pasamos durante años, sin embargo, ninguna parecía funcionar. Los profesores se quejaban porque el niño no prestaba atención y el niño se quejaba porque no quería ir. Un buen día, conocimos a un profesor de karate especializado en la enseñanza de niños de primaria y secundaria. El sensei nos habló de los beneficios que tenían las artes marciales para niños con problemas de concentración y nos propuso probar. Cuatro años después mi hijo sigue dando clases de karate y los logros obtenidos en el niño en cuanto a ganar en capacidad de atención han sido enormes. Las artes marciales como el karate, el judo o el taekwondo enseñan a los niños disciplina, la lealtad, el autocontrol o la canalización de la energía propia. Son una disciplina que fue creada como autodefensa pero que, hoy en día, la practican miles de niños como una estupenda forma de mantenerse en forma física y mentalmente. Es además un estupendo ejercicio físico para los niños. Las artes marciales no son un tratamiento para niños con TDAH pero sí les ayudan y mucho. ¿Por qué? - Las rutinas estimulan la atención: en las artes marciales se realizan una serie de rutinas o movimientos coordinados, estos movimientos siguen un orden. Por ejemplo, no puedes levantar la mano, si antes no has avanzado el pie o, no puedes girar la cadera si antes no has colocado el cuerpo en posición. Todas estas rutinas ayudan muchísimo a los niños con problemas de concentración, ya que fomentan la atención y, por supuesto, la memoria. - Aprenden de forma gradual: el aprendizaje de las artes marciales se hace de forma progresiva, irán aprendiendo poco a poco las diferentes katas, es decir, la secuencia de movimientos predeterminados. A la hora de hacer una kata, toda la mente y el cuerpo ha de estar centrado en ella, por lo tanto es una excelente forma de fomentar la concentración. - Han de alcanzar metas: en las artes marciales cada niño avanza a su propio ritmo, algunos consiguen subir de cinturón en poco tiempo y otros necesitan más. Sin embargo, cada vez que alcanzan un nivel superior obtienen un cinturón de otro color, esto ayuda a los niños TDAH a estar motivados y a luchar por un objetivo. Y es que los niños con poca capacidad de concentración suelen desmotivarse en seguida si no hay un logro, un premio. - Se refuerza el crecimiento personal: a los niños TDAH les cuesta mucho asumir la competición con otros niños, por ello suelen rechazar deportes en los que creen que no van a destacar frente a otros niños. El karate, el judo o el taekwondo se basa en la mejora personal, no hay lugar a quedar mal delante de los compañeros porque no marcaron un gol o porque no metieron ninguna canasta. - Canaliza el exceso de energía: para los niños hiperactivos la práctica de un deporte es esencial, les ayuda a liberar toda esa energía que parece inagotable. Tanto las sesiones de entrenamiento en las artes marciales, como las katas en sí suponen un excelente vehículo para sacar fuera su rabia, frustración o excedente de energía. - Fomenta la autoestima: las artes marciales para niños con problemas de concentración son estupendas porque suelen recibir muchas reprimendas en general por todo y esto hace que se resienta su autoestima. Sin embargo, las artes marciales les ayudan a creer en sí mismos, ya que ven que van consiguiendo logros, y lo hacen ellos con su esfuerzo, y esto fomenta una mejor visión de sí mismos. Comenta y comparte aquí https://www.facebook.com/PsicologosenMontevideo/posts/1584921771565007
Ritalina - Metilfenidaro
Existe el mito de que tratamiento para el TDAH es sinónimo de medicación. Sin embargo, los consensos científicos actuales manifiestan que se debe dar prioridad a la psicoterapia específica para el TDAH incluyendo la inclusión educativa para reducir al mínimo de lo posible la medicación. El metilfenidato, patentando desde 1954 pero de uso más extendido a partir de los años 70, llamativamente y a pesar de ser uno de los psicofármacos más estudiados, no existe evidencia científica de su utilidad a largo plazo, más allá de 2 -3 años. Tampoco existe evidencia de ausencias de consecuencias negativas en el cerebro de quien lo haya consumido a largo o a corto plazo. No obstante, sí existe mucha evidencia de las graves consecuencias de las personas con TDAH que no son adecuadamente tratadas y cuando son de moderadas a graves el tratamiento puede incluir medicación si así es necesario e indicado. Cuando esto no ocurre junto con una psicoterapia específica y especializada en TDAH, estos niños se relacionan a mayor indice de accidentes, suicidios, abuso de sustancias, depresión y ansiedad y sufrimiento familiar y escolar. El tratamiento sólo con medicación es hoy entendido por los consensos internacionales como inadecuado. F, Bryt La identidad es construida en la interrelación de los vínculos significativos de la infancia, es tanto asumida, como otorgada por el reflejo de las conductas de los niños en los otros: padres, docentes, amigos, hermanos. Pero el reflejo no es puro, pasa por el tamiz de las expectativas y las proyecciones de los otros y de las dinámicas grupales inconscientes. El TDAH suele afectar la construcción de la identidad de los niños, que reflejan en sus condutas un niño incompleto, desadaptado. Los desatentos suelen identificarse con el rol de tontos. Los hiperactivos-impulsivos con el rol de payasos o peleadores. Rapidamente el grupo se encarga de posicionarlos en su papel y ellos de asumirlo. Al llegar a los 10 años, sin un tratamiento adecuado, es muy probable que la autoestima del niño desatento esté muy perjudicada y los hiperactivos-impulsivos hayan desarrollado un trastorno de conducta asociado.
Por Fernando Bryt A veces en consulta por niños con TDAH uno de los padres se ve muy reconocido en los comportamientos de su hijo cuando era él era pequeño, a lo mejor resulta que el padre también lo es.
Y ¿por qué no le diagnosticaron a mi padre antes que a mí?, se pueden preguntar con razón estos niños. Y es que hasta hace no mucho se pensaba que este trastorno se curaba al pasar la adolescencia. Y resulta que no es así. Que simplemente lo que sucede es que cambia un poco la forma de manifestarse. Pero más de la mitad de los que padecen TDAH en la infancia siguen sufriéndolo de adultos. Sobre todo, se sabe que cuanto más tardío es el diagnóstico o el inicio del tratamiento, o cuando no se trata en absoluto, las posibilidades de que los síntomas aumenten o de que se desarrollen comorbilidades asociadas al TDAH es mayor, así como el impacto en la vida del adulto. Estos padres, se dan cuenta que ellos eran también impulsivos o hiperactivos de jóvenes, que les costaba estudiar; salvo si eran muy inteligentes, y entonces no lo notaban. Notan que son desorganizados en casa, que necesitan que la mujer/marido les apoye en todo para sacar las cosas adelante. Pero lo preocupante es que también les pasa en el trabajo. Se despistan, tardan más en hacer las cosas y a veces necesitan de ayuda de compañeros. Los adultos tienen más recursos que los niños y entonces consiguen tapar estas deficiencias. Pero saben que rinden menos de lo que podrían rendir. A veces no se dan cuenta porque han sido así toda la vida, y nadie les ha dicho nada. En las relaciones de pareja pueden tener dificultades de control emocional. Les cuesta canalizar su ira, son impacientes, sueltan palabras inadecuadas sin darse cuenta, interrumpen conversaciones. Necesitan también estar haciendo cosas continuamente, como deportes o hobbies. El padre hiperactivo que tiene un hijo que también lo es, le comprende mucho mejor, le disculpa a veces e intenta apoyarle más. Por lo menos, así debería ser. La convivencia en casa cuando padre e hijo tienen TDAH. Cuando en una misma familia conviven padre o madre e hijo con TDAH, la relación y en general la vida familiar puede verse afectada. El hecho de que el padre también sea hiperactivo puede disminuir el estigma del hijo, al ver que él no es el único que lo padece, se puede sentir acompañado y comprendido. Pero también puede provocarle sentimientos de impotencia ante la realidad de que un trastorno duradero, que aunque empieza en la infancia, también puede seguir presente en la edad adulta. Por lo tanto en el hogar se pueden dar los siguientes problemas o situaciones a superar: - Mayor desorganización. - Menor seguimiento de las tareas. - Recae más el peso en la persona de la pareja que no padece el trastorno. - Más dificultad de contención del descontrol emocional de cualquiera de los dos afectados, se toleran peor las frustraciones, con lo que disminuye la confianza para afrontar las dificultades de cada día. - Sentimiento de no poder controlar las situaciones de excitación y agresividad. Estos descontroles emocionales son más intensos y frecuentes en el hijo, el padre debe de tener más capacidad de autocontrol. - Dificultad en las relaciones interpersonales. El chico a veces no se ve como los demás, tiene menos confianza para relacionarse. El padre a veces se pone irritable si no le dan la razón, pero oculta más sus emociones que el niño. - Menor cumplimiento de los planes a largo plazo: falla la planificación, el cómo se preparan los objetivos paso a paso, y puede no realizarse lo prioritario por ser más costoso. - Tendencia a caer en la inercia y dejarlo para el día siguiente; “empiezo a hacer algo y lo dejo sin terminar porque me voy a hacer otra cosa”. - Si el hijo ve un ejemplo en la desorganización de su padre, minimiza el perjuicio y las consecuencias. - Como parte positiva de la hiperactividad es la tendencia a realizar actividades creativas, como pintura, teatro, danza, baile, deporte. Se pierde la inercia a no hacer nada, y se potencian capacidades no descubiertas. - Riesgo de hacerse dependientes a las nuevas tecnologías: las redes sociales en internet o en el móvil, los videojuegos, el chat,… - Falta de comunicación por pensar que no tiene solución, “si mi padre es como yo y tiene más años, yo tengo menos responsabilidad”. - Efecto positivo con el tratamiento : “mi hijo recibe tratamiento y se encuentra más tranquilo y centrado”. By Luis Irastorza, adaptado por Fernando Bryt El TDAH es el trastorno mental no diagnosticado, más común en adultos. Muchas personas han crecido con la sensación de que algo no funcionaba bien dentro de ellas. Que ya desde su etapa infantil tenían dificultades para mantenerse atentos en clase, para estarse quietos en situaciones sociales en las que eso era lo adecuado; que se frustraban, que eran más impacientes que la mayoría o excesivamente lentos o torpes o que no comprendían por qué algunas de las cosas que hacían provocaban reacciones tan exageradas en los demás. Algunos incluso recordarán que sus amigos se reían de ellos por estas cosas y que eso les llevaba a meterse continuamente en conflictos. Esto puede haber persistido durante la adolescencia e incluso hasta la edad adulta, y en esta etapa, es posible que continúen sufriendo estos síntomas.
Muchas veces incluso pueden haber tenido problemas por no haber recordado algo que era importante para otros, o por haber reaccionado de forma desmedida ante una situación concreta. O se han visto envueltos en peleas o discusiones con compañeros de trabajo o amigos, sin saber muy bien de dónde venía esa fuerza que les llevaba a obrar de una forma que no les gustaba…pero tampoco sabían cómo parar y seguían comportándose inadecuadamente sin querer, simplemente porque les costaba ser dueños de sus actos…y esto les ha llevado a sentirse culpables. Puede que perciban que no pueden llegar a los detalles sutiles de las cosas y que, por ello, por esos pequeños detalles, sus trabajos disminuyen en calidad o que lo que ellos hacen tiene menos valor que lo de los demás. Todas estas circunstancias dificultan su desarrollo personal, familiar y profesional y, en algunos casos, se cobran un precio muy alto en forma de problemas con la justicia, uso o abuso de drogas, accidentes de tráfico frecuentes, despidos repetidos de distintos trabajos o síntomas francos de ansiedad o depresión. A veces los problemas no son tan graves pero producen mucho malestar en forma de sensaciones de inadecuación, de escasa eficiencia o de inseguridad en sus propias capacidades. En casa puede ser difícil comprenderlos porque presentan un comportamiento raro a ojos de los demás, porque no recuerdan un recado que alguien les dio, olvidando lo importante que era para la otra persona; porque reaccionan de una forma exagerada ante la mínima contrariedad o porque llevan a cabo las labores domésticas sin el cuidado requerido. En el trabajo, los compañeros pueden pensar que son distraídos, que no escuchan, que no siguen las instrucciones, “que pasan de todo”, que son descuidados. Entre sus amigos pueden ser “los despistaos” o los imprevisibles, “a los que se les va la olla”; y lo mismo entre los vecinos o conocidos. Y esto que les hace sufrir…que les hace la vida más difícil… puede ser debido a un trastorno no diagnosticado. Porque cuando los adultos actuales eran más jóvenes había muy pocos especialistas que prestaran atención a estos síntomas y se tendía a etiquetarlos como niños problemáticos, malcriados o vagos. A estos niños se les dedicó poca o ninguna atención e incluso se les apartó de los que seguían una senda “normal” de desarrollo, de los buenos. Muchas de estas personas son cariñosas, inteligentes, creativas y consiguen llegar a metas muy altas, pero sienten que el esfuerzo requerido es mucho mayor para ellos que para otros. Además, hace años los niños no estaban expuestos a la inmensidad de estímulos que ahora nos rodean (teléfonos móviles, alarmas, posibilidades de actividades extraescolares, tráfico, luces, etc.). En muchos casos, estos adultos padecieron y siguen padeciendo un TDAH, y nadie es culpable de sufrir un trastorno. Diagnóstico Actualmente el TDAH se considera el trastorno mental no diagnosticado más común en los adultos. Con frecuencia, los adultos con TDAH son diagnosticados cuando se lo diagnostican a sus hijos y les preguntan si ha habido algún caso en la familia. Entonces el padre o madre del chico/a en cuestión hace un repaso a su historia personal y se siente identificado con lo que ahora le está ocurriendo a su hijo. Incluso comienza a darse cuenta de que se ha acostumbrado a vivir con unos síntomas que le dificultan mucho el día a día. Hasta hace relativamente poco, se pensaba que los niños y adolescentes que padecían un TDAH iban mejorando con la edad y que al llegar a la etapa adulta, los síntomas disminuirían en intensidad hasta desaparecer. Sin embargo, en los últimos años, se ha terminado por aceptar que muchos adultos continúan presentando síntomas de TDAH, y por lo tanto, son susceptibles de intervenciones que les permitan vivir mejor y reducir esos síntomas tan molestos. Las investigaciones actuales estiman que en torno a un 65% de los niños diagnosticados con TDAH pueden continuar presentando en la edad adulta síntomas como inatención, impulsividad e hiperactividad, que son los característicos del trastorno y que están presentes desde antes de los 6 años de edad en aproximadamente un 2-4% de los adultos. Mientras en la infancia, se presenta en una relación de 3 niños por cada niña, en los adultos, la relación es de 2 hombres con TDAH por cada mujer, o incluso menor. Hoy sabemos que el TDAH tiene un componente hereditario, que hace que sea más frecuente entre hijos de padres que lo padecieron, por eso es más fácil que en adultos esté presente entre los padres de niños diagnosticados. Si uno sospecha que padece o puede haber padecido un TDAH, antes de acudir a un especialista debe formularse preguntas del tipo de:
Los actuales criterios diagnósticos para el TDAH en adultos son muy similares a los de los niños según el Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM-IV) y pueden definirse como:
No todas las personas con TDAH presentan todos los síntomas ni con el mismo nivel de gravedad. Cada persona tendrá su propio perfil sintomático que tendrá como resultado una mayor o menor merma de su calidad de vida, y estos factores deben considerarse a la hora de decidir el mejor tratamiento para cada uno. Muchos lograrán llevar una vida feliz y productiva. Un profesional de la salud mental, psicólogo con especialidad clínica en TDAH o un psiquiatra el profesional ideal para llevar a cabo una exhaustiva evaluación clínica, que es el método definitivo de diagnóstico. Pueden diagnosticar también psiquiatras especialistas en TDAH. No hay exploraciones complementarias definitivas (ni resonancias ni electroencefalogramas ni análisis de sangre…), que garanticen el diagnóstico, ya que los criterios de evaluación son puramente clínicos, como acabamos de ver. La evaluación clínica incluye una recogida exhaustiva de datos de la historia clínica, con especial hincapié en la historia del desarrollo temprano, de su curriculum escolar, de su trayectoria profesional y de sus experiencias en las relaciones sociales, y esto suele precisar de entrevistas de no menos de dos horas, en una única sesión o dividida en dos o tres sesiones. Lo ideal es que además acuda a la consulta con el interesado algún familiar que pueda aportar información adicional (alguno de los padres o algún hermano que pueda complementar la historia del desarrollo temprano y corroborar las percepciones actuales del evaluado). Es importante tomar información acerca de cómo se desenvuelve en los distintos ambientes. Como ya hemos mencionado en otros apartados, tanto el diagnóstico como el plan de tratamiento deberían hacerse de forma individualizada, teniendo en cuenta las particulares características de cada persona, la composición de su familia, el tipo de trabajo que realiza y los medios de los que dispone. Tratamiento Teniendo en cuenta las dificultades que estos adultos encuentran en el desarrollo de sus actividades diarias, para muchos de ellos, el simple hecho de tener un diagnóstico claro y una orientación terapéutica posterior a la evaluación clínica, ya les proporciona una importante sensación de alivio. Este alivio procede fundamentalmente de la liberación de culpabilidad que genera una explicación coherente a eso que notaban dentro y a lo que no sabían cómo enfrentarse. Liberarse de culpa permite mejorar la percepción que tienen de sí mismos y comenzar a elevar su autoestima, que es uno de los puntos cardinales del tratamiento. Existen diversos abordajes terapéuticos que pueden ayudar a estas personas a manejar los síntomas que hemos descrito antes. Lo primero que suele hacerse es psicoeducación, es decir, un afrontamiento del trastorno consistente en la transmisión de información por parte del especialista tanto a los adultos diagnosticados como a los miembros de su familia, acerca de la naturaleza del trastorno y su tratamiento, que se acompaña del ofrecimiento de un marco en el que poder mejorar la transmisión de las emociones que acompañan al padecimiento de los síntomas y una mejoría de la comunicación global con los demás. Vendría a ser la creación de un entorno más favorable, primero en el ambiente familiar. Este primer paso, crea una base de confianza sobre la que poder construir el proceso de recuperación, los cimientos de un nuevo planteamiento de vida, que precisará de algún tiempo hasta adaptarse a las necesidades de cada persona. Posteriormente, habrá que realizar ajustes en los ambientes en los que más evidentes sean los síntomas. Muchas de estas personas presentan problemas en el trabajo. En estos casos, una intervención psicoterapéutica que permita un acompañamiento del paciente de tipo “coaching”, en el que conseguir ajustar las condiciones laborales a sus necesidades, suele ser de gran eficacia. Concienciar a las personas más cercanas al paciente, de forma parecida a como se realiza con la familia, puede ayudar en algunos ambientes. Si sus compañeros y/o jefes conocen que usted es más “lento” o “disperso” o “rápido pero atolondrado” que la mayoría y a la vez confían en que ese tiempo extra les permitirá hacer bien su trabajo, la relación laboral generalmente mejorará. Adoptar estrategias prácticas que permitan priorizar lo importante (confección de listas, recordatorios en diversos lugares, alarmas en determinados momentos, concreción de un plan con tiempos definidos para las distintas secuencias, etc.) puede ser muy útil para no sentirse perdido en ese proceso. Otro tipo de intervenciones posibles son una psicoterapia de tipo introspectivo que permita afrontar las dificultades del día a día, tratando de reconocer patrones que se han repetido de forma desadaptativa a lo largo de la vida, para tratar de encontrarles una explicación que nos permita sustituirlos por patrones más adaptativos, a través de técnicas de escucha activa, clarificación, confrontación, interpretación, etc. Otras intervenciones pueden ir enfocadas al momento, al aquí y ahora, para tratar de superar las dificultades concretas que están encontrando, como ocurre con las psicoterapias de orientación cognitivo conductual. O dirigiéndose a un ámbito concreto de la vida de la persona, como pueden ser las relaciones interpersonales, en la psicoterapia interpersonal, que puede ayudar a manejar mejor la interacción con otros. También una perspectiva más cognitiva que busque modificar ideas que han pervivido durante años en la cabeza de la persona de forma rígida, a las que se les ha dado entidad de verdad y que muchas veces proceden de aprendizajes distorsionados o experiencias traumáticas, puede ayudar a generar nuevos planteamientos de vida que ayuden a minimizar el sufrimiento. Hay diversos abordajes psicoterapéuticos que pueden ayudar a estas personas y en cada caso habrá un tratamiento que irá mejor. Hemos mencionado sólo algunas de las opciones más utilizadas habitualmente, pero eso no quiere decir que no haya otras también interesantes y es el especialista quien mejor puede determinar el que mejor se adapta a cada persona. Por supuesto, al igual que en niños y adolescentes, los adultos pueden beneficiarse de los tratamientos farmacológicos que se utilizan en los más jóvenes, como el metilfenidato en sus distintas formas de liberación, las sales anfetamínicas y la atomoxetina, ajustando las dosis al peso y las características de cada persona. Para los casos más graves, las investigaciones comparativas de diferentes tipos de tratamiento coinciden en que lo mejor para mejorar los síntomas del TDAH es la combinación de medicación y psicoterapia. En los casos más leves podrían bastar algunas de las medidas mencionadas anteriormente. En muchos casos, va a ser necesario tratar alguna de las complicaciones a las que puede llegarse mientras se padece el TDAH, y en ese caso es posible que haya que lidiar con una afectación del estado de ánimo, ansiedad, insomnio, abuso de sustancias, abstinencia a sustancias, etc. En ese caso los tratamientos deben ser orientados por el especialista de forma personalizada e incluso puede ser necesario el uso de medicación ansiolítica, antidepresiva, etc. Como ya hemos mencionado, hay una variedad de aspectos de comportamiento social, académico, vocacional o de relaciones interpersonales que pueden ser atendidas por el especialista, para tratar de conseguir ajustes que minimicen los defectos de cada persona y promocionen sus virtudes. Muchos adultos con TDAH pueden tener una vida feliz y productiva en muchos ámbitos. By E. d'Ornano, adaptado por Fernando Bryt |
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Septiembre 2024
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Mi vocación es la psicología clínica, tanto en diagnóstico como en tratamiento. Por ello fui en busca de formación en centros de referencia de distintas culturas y sigo mi camino de crecimiento, siendo mis pacientes mi fuente más preciada de aprendizaje. Categorías
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