Aula – audiovisual
Asiste a la siguiente aula sobre TEA de la Universidad de Burgos, España.
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El contexto del recreo, así como los cambios de clase, son situaciones especialmente desestructuradas y susceptibles de generar conflictos. Por lo tanto son espacios en los que puede requerirse la mediación para este alumnado, ya que sus alteraciones sensoriales, sus dificultades para el juego o la socialización, y el cúmulo de estímulos y desorganización presentes en estas situaciones hacen que puedan sentirse perdidos en las mismas. Son momentos en los que también pueden aumentar las conductas repetitivas, ritualistas y este- reotipadas con las que tratan de controlar el ambiente y reducir el estrés asociado a la sobre estimulación y demandas ambientales. Por otro lado, en los momentos en los que no hay una estructuración temporal de actividades ni una organi- zación clara, los alumnos/as con TEA pueden tener dificultades para identificar intenciones y responder con mayor sensibilidad al contacto o a los sonidos. Por ejemplo, pueden interpretar un roce no intencionado como un empujón y generar un conflicto por ello. Asi- mismo al tratar de relacionarse sin saber cómo hacerlo, son muy vulnerables a sufrir situaciones de burla, abuso o acoso. Por ejemplo pueden manifestar conductas in- adecuadas que provoquen la risa o mofa de los compa- ñeros, como bajarse los pantalones o seguir a un grupo de chicas imitando un dibujo animado o un animal, así como conducir y hablar en voz alta (soliloquios). Otro de los aspectos que influye en las dificultades de relación en este contexto es la dificultad de participa- ción en un buen número de las actividades compartidas por la mayor parte de los alumnos en los recreos, y que implican juegos competitivos o que requieren de una amplia destreza en aspectos físicos, psicomotores o sociales. En muchas ocasiones las personas con TEA tienen una escasa motivación hacia estas actividades, o sienten pánico ante estímulos inesperados como ba- lones, bolas de nieve, globos de agua, etc. por lo que requieren grupos alternativos de juego para poder parti- cipar y sentirse integrados. Por todo ello, es necesario desarrollar estrategias que favorezcan a todo el alumnado disfrutar del espacio de descanso y diversión que implica el tiempo del recreo.
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Las situaciones de exclusión y acoso en el entorno educativo, en muchas ocasiones, aparecen debido al desconocimiento sobre las características del compañero con TEA. Por ello la sensibilización supone uno de los pilares fundamentales para prevención de este tipo de situaciones, a través de la promoción del conocimiento, de la comprensión y de la aceptación social de las personas con este trastorno. Además, implica una vía de contacto y comunicación entre las Entidades Sociales de Atención Especializada. Las acciones de sensibilización se organizan en el grupo clase, en el grupo nivel y en los centros educativos para que comprendan y sean sensibles a las implicaciones de la vulnerabilidad social que presentan los alumnos con TEA. Las actuaciones se plantean desde una perspectiva de aceptación y de comprensión, utilizando diversas herramientas adaptadas a la etapa educativa: (por ejemplo, juegos o cuentos en infantil y primaria, películas y cómics en secundaria). Las acciones de sensibilización han de ser llevadas a cabo por un profesional especializado, con un profundo conocimiento del TEA y con experiencia en el desarrollo de este tipo de actuaciones. Asimismo, y en base al principio ético que debe guiar este tipo de intervención, es necesario garantizar el respeto absoluto a las decisiones, emociones y demandas de la persona con TEA. Por ello, es el alumno quién debe designar al profesional que desee para que le ayude en este proceso de sensibilización sobre su diagnóstico y sus necesidades, considerando también la opinión de la familia. No obstante, es necesario tener en cuenta que la sensibilización para el fomento del respeto a las diferencias y la promoción de un buen clima de convivencia en el aula se ha de realizar de un modo continuo, a través de su inclusión trasversal en todas las áreas curriculares. La realización de acciones sensibilización con iguales revierte en beneficio de todos los estudiantes, y en oca- siones ha propiciado el establecimiento clima adecuado para la expresión y conocimiento de otras situaciones de victimización escolar que permanecían ocultas, permitiendo vías de intervención eficaces con todo el grupo
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El acoso escolar se puede definir como aquellas “acciones intencionales repetidas de agresión o abuso, por un
igual o grupo de iguales, que operan desde una posición de fuerza o poder, y dirigidas a una víctima que es vista como relativamente débil” (Brock y cols., 2006; Farrington, 1993; Smith y Sharp, 1994; Rigby, 2002). La evidencia anecdótica y las experiencias personales que nos proporcionan los propias personas con TEA parece indicar que estos chicos y chicas son elegidos como objeto de maltrato por otros alumnos con frecuencia (Hernández, J y cols., 2006). En el desarrollo de las situaciones de acoso entran en juego diferentes roles entre participantes y espectadores. Es necesario tener en cuenta una serie de cuestiones sobre el rol que tienen cada uno de los mismos en el desarrollo de estas conductas: •El agresor: Disfruta realizando la acción y tiene como meta herir o dañar el estatus y/o las relaciones sociales de la víctima mediante una actuación perjudicial en la que existe un desequilibrio. •La víctima: Es consciente de la situación de abuso que está viviendo, tiene una sensación de opresión y sufre una disminución significativa de su bienestar. Puede tener o no un papel en la provocación de la agresión. •El espectador: existen diversos grados de participación, a través de la colaboración con el agresor, como simple espectador pasivo que no actúa, o como espectador activo que informa a los adultos y trata de intervenir para ayudar a la persona que está sufriendo el acoso. Desde hace varios años se vienen realizado investigaciones que ponen de manifiesto la especial vulnerabilidad que tiene el alumnado con necesidades educativas específica de sufrir situaciones de acoso dentro del entorno escolar. Aunque todavía escasos, muchos de los estudios desarrollados hasta el momento apuntan al alumnado con TEA como las “víctimas perfectas” (Humphrey, 2012; Jones y Frederickson, 2010; Symes y Humphrey, 2010; Wainscot y cols., 2008), ya que las características propias de esta discapacidad, como son las dificultades para comprender el entorno social, para iniciar conversaciones, ser flexibles en sus gustos, conductas y asimilar las normas de los juegos a través de la imitación y la práctica, hacen que, en algunas ocasiones, pueden sean objeto de burla por parte del resto del grupo. Las personas con TEA se encuentran indefensas ante la enorme complejidad de las relaciones que se establecen en el entorno escolar. Para la persona resulta especialmente difícil identificar las situaciones de acoso que se están produciendo, porque no las comprende y, en ocasiones, no las reconoce o participa de ellas pen- • Con frecuencia las posibles víctimas del acoso están solos y apartados de su grupo durante los recreos. • En los juegos de equipo son los últimos en ser elegidos. •Les gastan bromas desagradables, les llaman por apodos, les insultan, ridiculizan, les denigran, amenazan, les dan órdenes, les dominan, les subyugan. • Son objeto de burlas y risas desdeñosas y hostiles. • Les molestan, acobardan, empujan, pinchan, les golpean y dan patadas. • Se ven envueltos en discusiones y peleas en las que se encuentran indefensos y de las que tratan de huir. • Les quitan los libros, dinero y otras pertenencias o se las rompen y se las tiran. • Tienen contusiones, heridas, cortes, arañazos que no se explican de forma natural. • Durante el recreo intentan quedarse cerca del profesor o de otros adultos. • En clase tienen dificultad en hablar delante de los demás y dan una impresión de inseguridad y ansiedad. • Tienen un aspecto contrariado, triste, deprimido y afligido. • Se observa un deterioro gradual de su trabajo escolar. Señales de alerta de acoso en el entorno educativo. Las dificultades para entender comportamientos contradictorios, engaños, o mentiras, le hacen especialmente susceptible a este tipo de situaciones. En general, no es sencillo detectar el acoso escolar y es muy posible que la identificación por parte del profesorado se retrase ya que, entre otras cuestiones, las víctimas tienen miedo y no lo cuentan. En el caso de las personas con TEA la identificación se hace especialmente difícil debido a: •Las dificultades para identificar las situaciones de acoso como tal. •Los problemas de comunicación repercuten negativamente en que la persona sepa cómo expresar lo que le está sucediendo. •Las dificultades para atribuir estados mentales y “ponerse en el lugar del otro” previendo intenciones o motivaciones específicas a los acosadores (por ejemplo, imaginar qué es lo que piensan, o anticipar cómo actuarán) hacen que no inicien mecanismos de autodefensa. La otra cara de la moneda En muchas ocasiones, los conflictos en los que se encuentra la persona con TEA pueden parecer situaciones que ha provocado ella por manifestar conductas aparentemente inadecuadas dentro del entorno escolar (por ejemplo, seguir de manera continuada a alguna persona o manifestar una reacción excesiva ante situaciones ordinarias que se producen en el centro educativo). No es raro que puedan manifestar (o incluso adoptar en un momento dado) actitudes en las que molesten reiteradamente a los compañeros. Sin embargo, estas actitudes no implican el deseo de herir, ni existe una relación asimétrica en la que la persona con TEA tenga o ejerza más poder (Rigby, 2002), sino que se deben a los déficits en empatía y habilidades sociales propios del TEA, que desencadenan graves dificultades en la comprensión de las expectativas y sentimientos de los otros.
¿Qué hacer en el centro educativo?
Medidas que favorecen la comprensión y la inclusión El entorno escolar, la familia y los apoyos para la promoción de habilidades sociales son imprescindibles para favorecer el clima en el aula y evitar la aparición de situaciones el acoso escolar. La educación en valores, el desarrollo moral y el respeto son pilares fundamentales del aprendizaje y se deben potenciar desde una postura de compromiso, comprensión e implicación social. Es necesario que la Comunidad Educativa al completo se implique en la prevención de estas situaciones. En la normativa educativa actual, se recoge la obligación de elaborar un Plan de Convivencia que forme parte del Proyecto Educativo de todos los Centros. Es en este Plan donde deben reflejarse los protocolos y medidas que se van a adoptar para la prevención este tipo de conductas, y las formas de actuación en caso de que se produzcan. En muchas ocasiones las quejas, malas interpretaciones y el desconocimiento provocan resentimiento y una actitud negativa en la aceptación del alumno con TEA por parte del grupo y de los profesores. Un aspecto fundamental es conocer las características del alumno con TEA, comprender sus necesidades específicas e individuales, y desde este entendimiento promover vías de comunicación adecuadas, que permitan realizar un seguimiento cercano y adecuado de su situación personal. Así podemos desarrollar acciones concretas en el aula dirigidas a favorecer la integración del alumno con TEA. A continuación presentamos un listado de posibles alternativas o soluciones que se pueden tener en cuenta para “atajar” las posibles dificultades y promover un clima positivo en el grupo.
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Septiembre 2024
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Mi vocación es la psicología clínica, tanto en diagnóstico como en tratamiento. Por ello fui en busca de formación en centros de referencia de distintas culturas y sigo mi camino de crecimiento, siendo mis pacientes mi fuente más preciada de aprendizaje. Categorías
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